Un hombre rendido ante un contrincante se puede volver a levantar, uno rendido ante el conformismo queda postrado para siempre.

divendres, 16 de desembre del 2011

SEXTA PARTE: La experiencia en Madrid

Cuando Andrés volvió a Madrid, allí se vivía el preparativo contra los E.E.U.U. por Cuba y Filipinas y se vivía con optimismo. Se perdió la guerra, como pensaba Iturrioz. Un día Andrés fue a casa de su tío y le contó su experiencia en Alcolea. Según Iturrioz la naturaleza le da al rico el espíritu de riqueza y al pobre el de miseria.
Un día en el Apolo se encontró con Montaner y entraron en un café. Hablaron sobre ellos. Montaner acabó la carrera gracias a que los padres de su novia se la llevaron a Santander y él se marchó a Salamanca. Le cuenta que Aracil montó una clínica y que después de haberle ayudado él, se asoció con Nebot (un valenciano). Lamela se fue a Galicia y no ejercía pero vivía bien. Aracil estaba casado con una muchacha a la que prostituye y, según Montaner, iba a llevar a Nebot a su casa para que se acostaran juntos. Días más tarde, Andrés se encontró con Julio. Estuvieron hablando y él dijo que tenía plena confianza en su mujer y que todo era normal el gasto que tenían.
Se encontró con Fermín Ibarra, quien se iba a Bélgica para aprovechar sus inventos ya que en España eran todos unos chulos sin futuro. A los pocos días le escribió Ibarra a Andrés desde Bélgica diciéndole que sus empresas iban bien.
Un amigo del padre de Andrés le estaba buscando trabajo. Un día, al salir de la casa de éste, se encontró con Lulú y quedaron un café. Le contó que Julio había abandonado a Niní y que ésta se había casado con Prudencio y le había puesto una tiendecita a Lulú. En el café también estaba Doña Leonarda, quien le miraba con desprecio y un tipo joven con anteojos. Acordaron en verse otro día.
El puesto de médico de higiene no le agradaba. Comenzaba a aumentar su instinto antisocial y veía desfilar a prostitutas que le daban pena. Un cura tenía dos casas de prostitución y a veces, cuando tenía que hacer visitas en este tipo de casas, veía a señoritos de la alta sociedad. Todo esto le llevaba a reflexionar, sacando como conclusión que la casta burguesa se iba preparando para someter a la casta pobre y hacerla su esclava.
Andrés fue a visitar a Lulú a la tienda, que era grande. Lulú dijo que le había dicho a Julio que cuando Andrés estudiaba había dicho que casarse con ella era lo mismo que casarse con un orangután. A veces iba al café con Lulú, el tipo de anteojos y Leonarda. Andrés recriminó a Lulú que tratase de manera desdeñosa al farmacéutico por ser su pretendiente.
Andrés, desilusionado y angustiado con lo que veía en las casas de prostitución le cuenta a Lulú que le habían escrito una carta unas chicas que viven y ejercen la prostitución firmando Las Desgraciadas. Le cuenta que fue a un prostíbulo un tipo afeminado que junto con el ama, eran los que captaban a las chicas. Le contó algunos trucos para retener a chicas, como a una chica de Sevilla que fue reclamada por sus padres y fue imitada por otra. Hablaba con amargura y Lulú le aconsejó que dejase ese puesto.
Abandonó el puesto de médico de higiene, y gracias a Julio se puso de médico en La Esperanza, un hospital para pobres que le fatigaba a la vez que le encolerizaba.
Seguía con su instinto antisocial y tenía ganas de matar los domingos a aquellos que volvían de los toros, lo único que le tranquilizaba era estar con Lulú y a veces iba con ella y su madre al paseo de Rosales. Fue a visitar a su niño enfermo y al lado vio a un viejo ciego y medio loco, que resultó ser Villasús y a los pocos días murió. Fue Andrés a visitarlo y le vio rodeado de bohemios desarrapados todos medio locos diciendo que quizás Villasús seguía vivo.
Andrés le dice a Lulú que hay dos procedimientos del amor, como en la medicina: el de los tímidos es buscar pareja opuesta y el de los satisfechos de su físico, que buscaban alguien semejante. Pero dice que ella es diferente. También define el amor como la confluencia del instinto fetichista y el sexual. Pero que en el fondo el amor es un engaño. Un día, después de ver a Lulú con un militar que la visitaba en la tienda, Andrés estuvo por la Moncloa, cuando sintió la necesidad de ir a ver a Lulú. Primero la piropeó, luego se declaró y luego la beso. Lulú le dijo que ella estaba enamorada de él desde el primer día y que a partir de ese día donde él fuera, tenía que llevársela.

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